martes, 17 de octubre de 2017

Cuidado con los cajones que abres. Texto traducido por Juan.

Una noche, hace aproximadamente un año mi mujer había salido y yo estaba solo en casa, me sentía
exitado y empecé a pensar en ropa interior femenina. Siempre he tenido la fantasía de
vestirme de mujer, así que se me ocurrió probarme la ropa de mi esposa ya que somos casi de la
misma talla. Cogí una botella de vino y subí al dormitorio. Me serví una copa y me desnudé. Abrí
los cajones con cuidado y saque la ropa más sexy que encontré: un sujetador, unas braguitas, ligas,
medias e incluso un corsé. Los dejé encima de la cama preguntándome qué tal me sentarían. Me
serví otra copa de vino y luego me duché. Después de la ducha me bebí otra copa de vino y un poco
en broma me fui poniendo la ropa que estaba encima de la cama, me lo puse todo menos el
corsé. Me sentí estupendamente bien, bajé a mirar en google cómo se pone un corsé, cogí otra botella
de vino y volví a la habitación.
Me puse frente al espejo y apreté cada encaje del corsé hasta casi no pude respirar. Me quedé
admirando lo bien que me sentaba, me gustó la sensación de sentirme sexy y tremendamente
excitado. Otra copa de vino y se me ocurrió probarme unos tacones altos. Apenas pude encajar
los talones, pero lo conseguí.

-¡Guau! estoy bien y me sientan bien- pensé.

Me puse un lápiz de labios y me tomé otra copa de vino. Estaba un poco borracho, así que me tumbé
en la cama un momento esperando que se me pasase, pero había bebido demasiado...

Debí quedarme dormido varias horas, lo cierto es que me desperté al sentir las mano de mi esposa
Jennifer acariciandome el pelo. Me puse colorado como un tomate y me quedé mirandola en silencio.
Ella se sentó a mi lado acariciando mi pene

-Vaya vaya, ¿qué tenemos aquí?- susurró

-No tenía ni idea de que te gustaba este tipo de cosas.

Muerto de vergüenza intenté levantarme para quitarme esa ropa de mujer, pero Jennifer me
agarró del brazo y me tiró de nuevo en la cama.
Me dijo que me dejara puesta toda la ropa, incluso los zapatos, se desnudó e hicimos el amor con una
pasión que no habíamos tenido desde hacía años.

A la mañana siguiente durante el desayuno me sentía terriblemente avergonzado. Jennifer me puso
delante un vaso leche en lugar del café que tomaba habitualmente, sonrió y me dijo, con actitud muy
seria.

-Lo de anoche realmente ha cambiado mi forma de verte, chiquitín -

Hablamos durante casi una hora. Nunca habíamos sido tan sinceros el uno con el otro. Me preguntó por mis fantasías sexuales.
Le diije que desde siempre fantaseaba con ponerme sujetadores y bragas. Ella me confesó que
siempre quiso ser la parte dominante de nuestro matrimonio pero que no había encontrado hasta
ahora la forma de plantearmelo.

-A partir de ahora nuestra relación va a cambiar.
Ahora soy yo la única adulta en esta casa.
Bébete la leche y sube a vestirte, tenemos que ir al centro comercial.- Era una orden en toda regla
pero yo no estaba en condiciones de oponerme. Lo peor es que mientras obedecía tuve una erección.

Una hora después estábamos en el centro comercial, me sorprendó ver que Jenn se dirigía
directamente a Victoria's Secret.

-¿qué estamos haciendo aquí?- pregunté asustado.

-Es muy sencillo, chiquitín, vamos a conseguirte ropa interior sexy para que la lleves siempre
debajo de tu ropa.

Pasamos las dos horas siguientes eligiendo ropa, casi toda de color rosa porque según Jennifer me
queda muy bien.

-Te la probarás en casa, chiquitín, si no te queda bien puedes cambiarla- decía mientras me
acariciaba la mejilla como a un niño pequeño.
Desde entonces uso sujetadores sexy y bragas permanentemente, me encanta.

Jennifer se vuelve cada vez más retorcida... y también me encanta.

..........


Días despues, durante la cena Jennifer me pregunto cuánto la amaba y qué estaría dispuesto a hacer
por ella. -

-¡Haría cualquier cosa por tí, nena!- respondí.
- Estupendo. Me gustaría medirte la cintura, piernas y tus partes íntimas.
-¿Para qué?
- Es una sorpresa, chiquitín- últimamente solo se dirigía a mí llamandome "Chiquitín"

Me tomó las medidas que necesitaba y no volvimos a hablar del tema durante semanas. A
pesar de mi insistencia no quiso darme ninguna pista de sorpresa que me esperaba.
El sexo continuó mejorando y Jennifer se volvía cada vez más retorcida: disfrutaba de atándome a
la cama totalmente expuesto, con los ojos vendados y, a veces incluso me provoca y se, burla
de mí durante horas. En ocasiones me deja en esa posición hasta el día siguiente.

El viernes por la mañana en el desayuno Jennifer anunció que esa noche me daría la gran sorpresa

Cuando esa noche llegué a casa encontré una nota encima de la mesa, la nota decía:
"Dúchate y aféitate bien, te espero en el dormitorio, ven completamente desnudo".

Obedecí, como siempre, ya estaba acostumbrado.

Cuando entré en el dormitorio la encontré vestida con un traje de cuero apretado con tacones de
aguja. Me mandó tumbarme boca arriba en la cama. Obedecí. Ella ató mis brazos y al poste de
la cama, me tapó los ojos e insertó una mordaza roja y grande en mi boca. No podía hablar ni ver
nada.
Dedicó la siguiente hora a practicar el juego llamado "tease and denial" ella me acaricia, me
lleva casi al punto eyacular y justo entonces retira la mano, pone hielo hasta que baja la erección y
vuelta a empezar. Después de una hora mi pene está flácido a pesar de que no he tenido aún un
orgasmo.

-Levanta el trasero, Chiquití- susurró a mi oído.

Obedicí pensando que iba a ponerme unas nuevas braguitas o algún tipo de ropa interior sexy.

Después todo fue muy rápido. Sentí algo frío en el trasero, noté algo apretado alrededor de mi cintura y en mi sexo y escuché un clic.
Aquello no me gustó nada, luché y gimí. Jenniffer me ordenó que se callara.
Sentía como Jennifer agarraba mi pene suavemente y empujaba algo sobre él, oí dos clics más y mi
área privada se sintió comprimida.

Jenniffer, me besó, se levantó y me dejó atado, amordazado, y encapuchado.

Oí que ella se estaba duchando. Me pareción que pasaban horas antes de que regresara.
Cuando volvió montó sobre mí y susurró sensualmente a mi oído

-¿estás listo para tu sorpresa?

Me quitó la capucha y la mordaza.

Miré hacia abajo y vi que mi sexo estaba completamente cubierto con un trozo de metal
brillante y bloqueado en un cinturón. Sentí mi pene orientado hacia abajo.

¿para qué es esto?-pregunté alarmado.

-Es muy sencillo chiquitina ¡ahora sí que eres realmente mi chiquitina! Te dije que las cosas iban
a cambiar.
Ahora eres una mujer, así que deberás actuar como una mujer
¿No era eso lo que querías?

Mientras me desataba los brazos y las piernas me besó en la frente y dijo:
-Supongo que necesitará orinar, puedes hacerlo sentada.

Disfruta querida, te veré esta noche.

Hace casi un año que llevo el cinturón de castidad.
A veces me lo quite por higiene pero inmediatamente me lo vuelve a poner. Mi pene se
va quedando atrofiado y hace tiempo que no tengo erecciones.

Por eso a quienes lean este relato les recomiento que tengan cuidado con los cajones que abren.

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