jueves, 14 de septiembre de 2017

La señora y su criada Andrea. Segunda parte. 2 de 6

SEÑORA:
Lo miraba desde la puerta del cuarto de baño y no me lo podía creer. Lo había hecho todo en un día. En una sesión tenía ya la grabación que le obligaría a seguir conmigo. Allí me divertí e improvisé. También era una prueba. Si salía mal, le quitaría el aparato y me lo llevaría a la cama para que pensara que era un juego en el que él saldría ganando. Así que, como tenía red, podía apostar fuerte, y eso hacía.
De todas formas, cuando lo castigué de rodillas en el salón y yo me dormí, no estaba nada segura de que me hiciera caso. Podía resignarse a que se viera aquel vídeo, a buscar una explicación, tampoco había hecho nada prohibido, podía pensar que se pasaría en unos días, y a lo mejor había perdido a mi criada para siempre. Por eso, al despertar y verlo allí de rodillas supe que había salido bien, que solo quedaba ir avanzando.

ANDREA:
Me iba a quitar el suje cuando me paró.
-No, no, el sujetador y las bragas te los dejas. No vas a andar por ahí sin ropa interior.
-Ya está bien, te estás pasando, que va a venir tu madre, y ya es bastante que me vea con esta bata.
-¿Me estoy pasando? jajaja. Escucha.
Cogió el móvil y llamó.
-¿Mamá? Sí, aquí estamos. Ven cuando quieras. Ah, y otro favorcito que te pide andrés. No veas que sorpresa me ha dado. Dice que le gustaría llevar algo debajo de la bata, y me acordé de esa combinación que no usas, la negra de cuerpo entero, sí, esa... jajaja... sí, le dije a andrés que tú tenías una combinación... jajaja... se lo dije en broma, pero él se emocionó... pues claro que se la va a poner, a mí me da igual, y él resulta que lo está deseando... bueno, si no le gusta, te la vuelves a llevar... hasta ahora.
La miraba alucinado.
-¿estás loca? una bata, pase, pero eso...
-Llamarme eso ha sido una falta de respeto que castigaremos en su momento. Una criada no puede hablar así a su señora. Tendremos que dejar claras algunas cosas. La primera es que tienes que seguir obedeciéndome, en todo. Y no solo porque si no lo haces te largas, y recuerda que yo soy tu amor, y que me debes esa fidelidad, y en el fondo quieres seguir conmigo, aunque sea como mi criada, con ropitas de mujer. ¿No prefieres seguir conmigo así que largarte?
-Me lo pones muy difícil.
-¿Es difícil servirme? Creí que lo estabas deseando.
-Sí, pero... decirle eso a tu madre.
-¿decirle? No, andrés, no es solo decirle. cuando venga, te vas a quitar la bata delante de ella, y te verá con braguitas y sujetador, te vas a poner la combinación y se lo vas a agradecer de rodillas. Y como tenéis una talla parecida, le vas a decir que te regale cualquier ropa suya que vaya a tirar. Que te encanta vestirte de mujer, que siempre te ha encantado, aunque no me había dicho nada, y que si no puedes ser suficiente hombre para mí, serás mi criada, porque quieres seguir a mi lado.
Yo tenía los ojos como platos.
-No me mires así, porque es eso o el final.
-No puedo, esto ya no es solo servirte... a lo mejor tenemos que terminar...
-Ah, claro, que no sabes lo más divertido. Toda tu función de antes, cuando te dejabas poner el sujetador, cuando chupabas el consolador de rodillas en la cama, cuando te lo metías en el culo y te paseabas con él, cuando te sentabas para que se metiera bien y te acariciabas tus tetas, cuando gemías, cuando recogías y chupabas los restos de tu arruinado orgasmo... todo está grabado y en internet. Aquí te dejo la bata. Puedes salir con ella y tu ropa interior a esperar a mamá, o puedes ir a por tus cosas para irte largando. Pero en este caso, vete preparando una buena explicación para el vídeo, para cuando lo vea toda tu familia, tus amigos, tus colegas del instituto, tus alumnos... ¿prefieres que tu pequeño vicio sea privado, o público? Con la ventaja de que el privado puede terminar, no cuando tú quieras, claro, sino cuando yo quiera. A lo mejor encuentro otro novio... o simplemente me harto de ti. Tú verás.
Me dejó allí la bata y se fue.
Por primera vez me daba cuenta de que había algo que escapaba a mi control. En aquel momento, yo ya no hacía o dejaba de hacer porque quisiera, ni siquiera porque esperara una compensación de mi novia. Estaba obligado a hacer lo que ella decía, o las consecuencias de negarme serían desastrolas.
Y yo no tardé en salir de allí, con sujetador, bragas y bata, buscando consuelo en que no podía tardar mucho en acabar con aquello. Volví a la cocina a terminar de fregar.
Y ella volvió, con una sonrisa de victoria en los labios. Volvió a ponerse detrás de mí, como al principio de aquella tarde, y llevó otra vez sus manos a mis pechos, ahora cubiertos por el sujetador.
-Aunque te dé algo de miedo mostrarte así, no me digas que no lo has pasado bien esta tarde. Esto es mucho mejor que aparecer una mañana en el insti, cuando todo el mundo te haya visto disfrutar con un consolador en el culo. ¿No tengo razón?
Eso era cierto, pero claro, había otras alternativas, y se lo fui a decir.
-Sí, pero...
No me dejó continuar.
-Chsss, hay algunos detalles que tienes que ir aprendiendo, o tendré que castigarte. Por ejemplo, nos hablarás de usted, a mamá y a mí. Y nos llamarás Señora. Así que cuando contestes, recuerda, Sí, Señora. ¿lo has entendido?
-Sí...
-Qué?
-Sí, Señora.
-Muy bien. Recuerda que tienes que agradecerle a mamá lo que te dé, y pedirle más ropa, y contarle que desde siempre este era tu, digamos, vicio privado. ¿Te acordarás?
-Sí, señora.
-Ahora me voy a dormir una siesta al sofá. cuando tú termines aquí, vas al salón sin hacer ningún ruido, y te pones de rodillas mirando a la pared. Este será tu castigo por lo que me llamaste antes... chsss, no digas nada que lo empeore. Y nada de sentarte, de rodillas con las manos atrás es como quiero verte cuando despierte.
Me dejó terminando y casi mareado de lo que estaba sucediendo. ¡Me castigaba como a un niño! Aquello parecía una broma de muy mal gusto. Pero no veía otra alternativa que obedecer.
Terminé y fui al salón. Ella dormía en el sofá y yo, sin hacer ruido, como me había dicho, me arrodillé frente a una pared y me dispuse a esperar. Empecé a pensar qué iba a ser de mí, cuánto tiempo, días? semanas? meses? iba a estar así. ¿cuánto tiempo cada día? ¿cuándo podría salir con los amigos? ¿Y cómo podía haber sido tan tonto?
Al cabo de no sé cuánto tiempo la oí moverse. Salió, volvió a entrar, puso la tele a mis espaldas, se sentó a verla, y ni una palabra, ni una señal, como si yo fuera un mueble, al que, por cierto, ya le dolían las rodillas.
Hasta que oí el timbre de la puerta. Creo que hubiera preferido ir a abrir, aunque fuera vestido como estaba, porque la bata ya la conocía la madre, pero ella se levantó sin decir nada, y al momento la oí hablar con su madre por el pasillo. Hasta que llegaron al salón.
-¡Andrés?, exclamó la madre al verme así.
-Está castigado, por impertinente.
-¿Castigado? ¿Tú lo has castigado? jajajajaja
-Es divertido.
-¡Qué cosas tenéis! No os entenderé nunca. ¿Te parecen formas de tratar a tu novio? ¿Y tú no dices nada?
-Jajajaja, él no dice nada porque castigado no puede hablar, y porque todo esto le gusta. Yo también me he llevado una decepción, no creas. Creí que lo de la bata era un caprichito de nada, pero después de decirme lo de la combinación, y de pedirme unas bragas y un sujetador... en fin, no sé qué hacer, pero insiste en que quiere seguir conmigo, aunque para mí ya no sea más que una criada.
-Que es todo una broma que me estáis gastando.
-jajajaja, ya te convencerás. Le has traído a andrea, que ahora se llama andrea, la combinación?
Oí el ruido de una bolsa de plástico.
-Andrea, ven aquí.
Me levanté con dificultad, y me dirigí hacia el sofá donde charlaban las dos. No levanté la vista del suelo, hasta que ella me dijo:
-Mira qué combinación tan bonita te ha traído mamá. ¿No es esto lo que querías?
Levanté la vista. Mi novia, novia? por lo que acababa de oír, mi señora, levantaba una combinación negra, con encaje arriba y abajo.
-Sí, señora. Muchas gracias, Señora, dije, mirando por fin a la madre.
-Pero... ¿tiene también pintados los labios?
-jajaja, quería maquillarse para estar más guapa, pero ya le he dicho que de momento solo los labios. Anda, póntela, que sé que lo estás deseando. Y le encanta que lo grabe, para después verse.
Nada de lo que había pasado superó a aquel momento. Más que por estar vestido de mujer, más que por desabrocharme la bata, quitármela, mostrarme en bragas y sujetador ante mi suegra, más que por coger la combinación, colocarla, meter los brazos y la cabeza, dejarla caer, más que por todo ello, mi inmenso bochorno era por tener que obedecer en silencio a mi señora, con el móvil grabándome, delante de su madre.
-Date la vuelta, camina un poco.  ¿qué se dice por el regalo, andrea?
Me puse de rodillas ante la madre.
-gracias, muchas gracias, Señora.
-Bueno, bueno, de nada, chica, de nada. No te creas que no me lo he pensado antes de traerte eso.
-Y si tiene algo más de ropa que vaya a tirar, o que usted ya no use...
Me miró muy muy raro
-ah, pues mira, hoy con esta combinación me encontré un vestido mío de hace unos años. ¿También lo quieres?
Bajé la cabeza, porque quería morirme al contestar:
-Sí, Señora, se lo agradezco.
-Pero qué es esto! ¿Va a salir a la calle con un vestido?
-No, andrea, no necesitas un vestido para nada, de momento. Sírvenos el café, y ponte la bata, a ver si te vas a manchar la combi.
Les serví el café.
-¿Sabes que desde adolescente...? Me ha dicho que cogía ropa de su madre, cuando ella no estaba, para ponérsela.
-¡Qué dices! ¿Qué ropa?
-¿qué ropa, andrea?
Tuve que improvisar:
-De todo, sus combinaciones, vestidos, faldas...
-¡Y las bragas! ¿Te imaginas? Las bragas de su madre. anda, vuelve a donde estabas castigado, y ahora con los brazos en cruz.
-Sí, Señora.
Me arrodillé frente a la pared, para seguir escuchando como hablaban de mí.
-¿y no lo sabe nadie más?
-No, de momento solo tú y yo. Bueno, hasta que quieras que vaya a casa a hacer la limpieza.
-Uy, no, hija, qué dirían tus hermanas.
-Si les lava y les plancha bien la ropa, ¿qué van a decir? Pues encantadas. Además, él ya se ha ofrecido.
-Bueno, bueno, ya lo pensaré. A lo mejor me animo a que me limpie la casa, pero vestido normal, con una bata, como mucho... Y el vestido ese, ¿se lo preparo?
-No, no, tranquila.
Respiré aliviado. Podía ser, pensé, que lo que llevaba puesto fuera todo. Y le agradecí en silencio a la madre que prefiriera verme vestido de mí mismo. Limpiarle la casa era a todas luces un mal menor. Pero las alegrías duran poco, porque mi señora seguía hablando.
-Pues con la bata, pero debajo tendrá que llevar su ropa interior de chica, y la combi. Ya procurará él que mis hermanas no se la vean. Y el vestido, pues cuando él te lo pida, que seguro que lo hará.
La madre se fue y mi Señora me levantó el castigo para que pudiera seguir trabajando.
-Tengo que salir, andrea. ¿Has planchado todo?
-sí, señora.
-Algo tendrás que hacer.
-Está todo listo, Señora. Había pensado...
-A ver ¿qué habías pensado?
-Que quizá yo también podría salir.
-Pero mujer, si no tienes ropa. ¿Cómo vas a salir en bata? Si tuvieras un vestido... jajaja. Además, ya sales todos los días para ir a trabajar. Ahora te vas a ocupar de limpiar bien todos los cristales de la casa. Y recuerda que en casa siempre hay algo que hacer. Puedes, por ejemplo, preparar la habitación de invitados, que será la tuya hasta que coloquemos una camita en el cuarto de la plancha. ¿No pensarías seguir durmiendo con tu señora? 
En aquellos días me pude dar cuenta de lo que esperaba de mí para no publicar aquel vídeo horroroso. Solo saldría de casa para ir a trabajar al insti. Tenía que volver corriendo para tener la comida lista cuando ella llegara, y el resto de la tarde, limpiar y relimpiar, lavar, planchar, volver a planchar porque ella encontraba alguna arruguita...

No hay comentarios:

Publicar un comentario