viernes, 29 de septiembre de 2017

Infidelidad consentida.....cap. 3.



Ver capítulo 1.

Ver capítulo 2.

Caminaron cogidos de la mano hacia el taxi sin girarse hacia mí. "Pasadlo bien", me encontré diciendo esto, casi sin ni siquiera darme cuenta. Mi cuerpo estaba anonadado. El taxi arrancó y me quedé solo, esperando que ninguno de los vecinos nos hubiera visto...
Yo estaba en la cocina sentado con mis manos removiendo un café ya frío, cuando oí la llave de la puerta principal. El reloj de la pared de la cocina marcaba las 9.50 horas de la mañana. Mi móvil estaba junto a mi taza de café. Había esperado que Julia me llamara para que fuera a recogerla. Había leído y fantaseado muchas veces sobre esa situación. Tal vez eso aún estaba por llegar. O tal vez Julia no quería jugar a mis perversos juegos de cornudo. Después de todo, yo en cierta forma la había llevado de mis brazos a los de este hombre, Paco. Esta no era una situación de fantasía, como las que había hecho jugar a Julia otras veces. Esto era real, muy real. Mi esposa acababa de pasar la noche, fuera de casa, con otro hombre. Lo más probable, es que para follar. Un hombre por el que me iba a dejar. Sentí vergüenza mientras mi polla se crispaba. Iba a dejarme por un hombre de verdad. La oí subir y la ducha se abrió. Seguí tomando mi café y la esperé un poco más. Treinta minutos más tarde entró en la cocina, llevaba una gruesa bata blanca que envolvía su esbelta figura. Sentía mi boca seca mientras la veía encender la tetera. Esto podría haber sido así cualquier sábado por la mañana. Pero, en realidad, este fue el primer día de mi nueva vida. Una vida que Julia no iba a pasar conmigo. ¿De verdad me dejaría? Quiero decir, romper un matrimonio no era algo tan fácil de hacer. ¿Era que...?
-¿Estás bien? -pregunté, rompiendo el hielo. Sentada frente a mí, sus ojos me estudiaron. Desafiante, dijo al fin:
- Finalmente ya tienes tu fantasía, ¿es como te lo imaginabas?
Esa era una buena pregunta. Mi polla latía como nunca en mi interior mientras miraba a mi esposa sentada ante mí. Una esposa que me había hecho recibir a su amante en la puerta la noche anterior, que me hizo humillarme y menospreciarme a mí mismo, llamándolo por teléfono. Mi mente sin embargo sabía que todo estaba mal. Esta es la hermosa mujer con la que me había casado. Me había comprometido a pasar el resto de mi vida con ella. Envejecer juntos, en la salud y la enfermedad...
Entonces, ¿por qué mi polla me hacía sentir tan retorcido que quería que otro hombre ocupara mi lugar? ¿Por qué mi pene quería humillarme haciéndome ofrecerle a este hombre, Paco, en bandeja? ¿Por qué mi polla me había hecho contarle todas mis profundas fantasías sexuales, las más oscuras, tanto que ya no podía verme como un hombre? Y menos como su pareja sexual. Mi polla le había hecho perder todo respeto hacia mí. Quiero decir, si me respetara como a un hombre, ¿realmente estaría pensando de esta manera? Mi polla me había hecho perder a mi esposa, y, no sé por qué, pero me encantó. Mi mente trataba de luchar usando la lógica, pero mi polla era la que guiaba mis acciones y actos. "Sí, supongo que sí", mi polla me hizo decir.
-Bien -dijo ella. -A Paco todavía no le cabe en su cabeza el hecho de que tú sepas que él está con tu esposa y no lo intentes detener.
 Ella soltó una pequeña risa con su comentario, y mi polla se sacudió. "Le sigo diciendo que tú no vas a crearle ningún problema a él, que esté tranquilo. Pero supongo que para él, que es un hombre de verdad,  esta situación es incomprensible. No quiero que se preocupe más, así que creo que una buena idea sería que le escribieras una carta manuscrita. "¿Una carta?" Sentí cómo se me ponía la piel de gallina. De alguna manera pensé que me iba a gustar esta idea, pero ya podía decirle a mi polla lo que pensaba y lo que iba a venir a continuación.
"Sí, una carta, explicando a Paco por qué te sientes bien con que él te  sustituya. Por qué no puedo verte como un hombre."

Tomó un sorbo de café, mientras me miraba sonriéndome.

-Bueno, es una carta; solo era una sugerencia que creo le va a ayudar. Quiero darle esta noche la carta cuando lo vuelva a ver.
"¿Hablas en serio?", exclamé. No había esperado esto. Iba a dar al hombre que me ponía los cuernos algo por escrito de mi propia letra dándole mi bendición. Algo que podría mostrar a cualquier persona en cualquier momento. Su familia, mi familia. ¡Amigos! Algo que ellos podrían utilizar contra mí cuando se iniciasen los trámites de divorcio. Mi mente me dijo que estaba loco si admitía hacer eso.
Mi polla, por otro lado, estaba feliz con la idea, y podía sentir que empezaba a llorar de emoción y comencé a pensar dónde estaba el papel para escribir y la pluma estilográfica... Puse la pluma y comencé a redactar una carta a Paco. Mi pene iba a explotar. Esto fue probablemente lo más difícil, el pensar que iba a usar su polla para follar a mi esposa después de leer esa carta. Me costaba pensar en él follando a mi esposa. El pensamiento y mi propia naturaleza patética hizo que fuera más difícil, más humillante, escribirle algo a Paco.
Era al principio de la tarde cuando Julia llegó a casa. Había ido a ver a su hermana, Ana. Dejó unas compras en el vestíbulo, se quitó los tacones y me miró de pie desde la puerta de la cocina. "Me apetece un café", dijo. "Me duelen los pies después de estar caminando por todas esas tiendas, en el centro comercial, con Ana. Hemos estado buscando algo sexy para ponerme esta noche cuando salga con Paco". Sus ojos se iluminaron traviesos cuando vio mi mirada alarmada en mi cara.
-No, no te preocupes, Ana no lo sabe. Todavía. Ella piensa que vamos a salir juntos. Sin embargo, pronto le confiaré a ella lo de Paco y tú. Decírselo a ella es la mejor manera de que ella se lo diga a mis padres, etc.
Sus ojos se movieron hacia mi erección, empujando hacia fuera dentro de mis vaqueros. "Increíble," murmuró ella. "Tráeme el café al salón, y ya puedo leer tu carta para Paco." Ella se veía impresionante frente a mí, con su falda negra de tubo, por encima de la rodilla, sexy pero no putón, con su blusa blanca abierta en la parte superior lo suficiente como para mostrar su firme hendidura.
Era una mujer de la que cualquier hombre se enorgullecería de tener a su lado. Ella se fue de la cocina mientras yo le preparaba el café, y le remataba la carta en que literalmente rogaba a otro hombre que me la quitara. Ella estaba escribiendo mensajes de texto en su teléfono cuando le serví su café. Me puse frente a ella como un niño travieso en la escuela que estaba esperando a entregarle la carta a la maestra. Ella tenía un brillo feliz en su rostro mientras ella reía leyendo mi escrito. Finalmente, cerró el teléfono y me miró. "Es un hombre tan excitante", me informó como si yo fuera una de sus amigas. "Oh bueno, la carta, déjame ver."
Me quedé esperando mientras leía la carta, de alguna manera sentía que sería inapropiado que yo me sentara mientras ella leía. "Muy bien," dijo ella en general. "Estoy seguro de que cuando haya leído esto no le quedarán dudas a Paco del tipo de marido permisivo, patético y enfermo que eres. Para ser honesta, ha ido mucho más lejos con esta carta de lo que yo me esperaba. Casi lo alabas como a un Dios. ¡No sé lo que pensará Ana cuando se la enseñe! Siempre ha tenido debilidad por ti. Demasiada, creo yo. Pero cuando ella lea esto... bueno ...", cerró los ojos.
-¿No te importa que Ana vea esto? Sólo lo haré para que le resulte más aceptable mi infidelidad.
Sentí que mis piernas se debilitaban. "Por favor, por favor, no",  imploraba mi mente. Mi polla estaba gritando "Oh, por favor, por favor. sí". Tragué aire, antes de responder. "Es tu hermana, tú haz lo que creas que es mejor," Esto obviamente le agradó. "Buen chico," sonrió ella....continuará...mañana con el capitulo 4

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