domingo, 26 de marzo de 2017

El Servicio Doméstico Capitulo 2

El Servicio Doméstico Capitulo 1

Capítulo 2


Resultat d'imatges de sissy maidDespués de que mi esposa pusiera el anuncio en el que me ofrecía como empleada del servicio doméstico recibí la primera llamada, se trataba de una señora ya entrada en años que requería de alguien que le ayudara a mantener su casa limpia. Luego de definir la tarifa por mis servicios me dirigí hacia allá con mi vestido de mucama en una bolsa para cambiarme cuando llegara a mi destino. Mi esposa conservaba las llaves de la jaula de castidad y me ordenó enviarle fotos haciendo mi trabajo con el uniforme puesto. Al llegar a la casa de la señora y luego de presentarme, se sorprendió un poco de que no fuera una mujer quien haría el trabajo, aunque me dijo que no le importaba siempre que lo hiciera bien, entonces, le dije que me pondría mi uniforme de trabajo y cuando me vio vestido de mucama sus ojos adquirieron un brillo especial, como si alguna antigua fantasía hubiese salido a flote. Pedí permiso para comenzar con mis labores y fue en ese momento cuando me dijo que si cometía algún error en el
aseo de su casa tendría que darme algunos azotes, pues no toleraba una empleada mediocre, un escalofrío recorrió mi cuerpo, aunque mi pene reaccionó dentro de su prisión. Me dió las instrucciones de lo que debía hacer y me dejó solo, recordándome que tenía que terminar en solo 4 horas todo el aseo pues unas amigas vendrían a tomar el té en las horas de la tarde. De tener que castigarme por algún error, tendría que hacerlo delante de sus amigas y enviaría una nota a mi esposa para que también tomara algún correctivo. Dicho todo, me puse a trabajar poniendo todo el empeño en hacerlo como me había indicado. Al cabo de las 4 horas, ya había terminado con mis labores, la casa había quedado como un espejo y estaba orgulloso de ello, me dispuse a cambiarme de nuevo para regresar a casa y llevarle el pago a mi esposa, cuando la señora, antes de pagarme por mis servicios, me entregó una pequeña nota para mi esposa, me dijo que no debía abrirla yo, además me ordenó quedarme parado en una esquina de la sala mirando la pared hasta que revisara bien el resultado de mi trabajo. Esperé pacientemente durante más de media hora, al cabo de la cual me dijo que había varias cosas que no se habían hecho como lo había pedido y tendría que azotar mi culo, la tarifa impuesta por ella era de 30 azotes con una vieja correa de cuero por cada error. De pie, mirando la pared y subiendo la falda de mi uniforme con mis manos tendría que soportar el castigo, agradeciendo cada azote después de enumerarlos,  fueron en total 3 errores los que cometí, por lo tanto tendría que soportar 90 azotes en mi trasero. Cuando se disponía a comenzar con el correctivo, llamaron a la puerta sus amigas, al unísono soltaron la carcajada cuando me vieron con el uniforme de mucama y la jaula de castidad parado en la sala de la casa esperando mi castigo con la falda subida y las bragas en las rodillas. En total eran cuatro señoras de una edad similar a la de la dueña de la casa, alguna de ellas tuvo la idea de que harían un concurso entre ellas, la que me hiciera llorar con los azotes tendría derecho a propinarme 20 azotes más por no soportar con alegría mi castigo. Se turnaron y cada 9 azotes cambiaban, así todas tendrían oportunidad de intentar ganar el concurso. La primera tanda fue soportable, pero las siguientes las sufrí más de lo que esperaba, así cada una tendría su premio por hacerme llorar pues nunca había sido azotado de esta manera antes, ya que mi esposa solo lo había hecho un par de veces y de manera suave pues no quería lastimarme y solo lo hacía para complacerme en los juegos de alcoba que yo le había planteado, ya que como dije antes, a ella no le viene el papel de dominante. Al terminar con el castigo por los errores cometidos en mi servicio, mi trasero estaba completamente rojo y dolorido, pero aún faltaban 100 azotes más, creí no poder soportarlos sin llorar ni quejarme, entonces a una de ellas se le ocurrió que para que no me quejara me pondrían en la boca las bragas de la señora dueña de la casa, después de quitárselas me llenó la boca con esas asquerosas bragas y me sellaron la boca con cinta para que no las escupiera. Sentimientos encontrados llegaron a mi cabeza, pues eso era lo que yo esperaba que hiciera mi esposa aunque ella no quería hacerlo, pero ahora inesperadamente estaba recibiendo un castigo muy fuerte y real de unas mujeres mayores que acaba de conocer. Además estaba vestido con
un uniforme de sirvienta delante de personas extrañas y en una casa que no era la mía. Mis fantasías se convertían en realidad de una forma exageradamente rápida e inesperada. Mi jaula soportaba bastante bien mis erecciones y el dolor en mis huevos junto con el de mi trasero me hacían desear que el castigo terminara pronto. Había llegado la hora de recibir su premio cada una de las 5 señoras y mientras una me azotaba alguna otra jugaba con mi jaula de castidad y se burlaban de mí al verme en esa situación. Cuando terminaron me pude cambiar el uniforme, pero antes de salir de aquella casa una de ellas me dijo que fuera a su casa al día siguiente pues tenía trabajo para mí, igualmente cada una de las otras señoras me programó un día para que fuera a limpiar, advirtiéndome que también eran muy exigentes con las labores y si lo hacía mal tendría mi castigo. Bastante preocupado regresé a casa y le entregué el dinero con la nota a mi esposa, quien al leerla se burló de mí riendo de forma estruendosa. En la nota le pedía la señora que la próxima vez que fuera a trabajar en su casa, debía llegar con el uniforme puesto y con un consolador en el culo, de lo contrario recibiría un fuerte castigo. Esto se me estaba saliendo de control, aunque, no era lo que quería ? De nuevo mi cabeza estaba confundida y lo que esperaba de mi esposa lo estaba recibiendo por fuera, pero era mi esposa quien había propiciado esa situación.

En la noche mi esposa me pidió que le contara todo lo que había sucedido durante mi primer día de trabajo y cariñosamente me aplicó algunas cremas en mi trasero para aliviar un poco el dolor del castigo recibido por las cinco señoras, pero no me quitó la jaula de castidad por más que le pedí que lo hiciera, me dijo que estaba solamente cumpliendo con lo que le había pedido desde hacía mucho tiempo. Desde ese momento controlaría mi castidad de forma estricta y que en el blog le habían dado muchos consejos de cómo hacerlo. Mis días de libertad habían terminado y yo estaba abrumado con los últimos acontecimientos, apenas comenzaba mi vida de esclavo en castidad de mi esposa.

Le supliqué de nuevo que me dejara correrme y su respuesta fue la misma que antes, que esa era la fantasía que le había pedido que me ayudara a cumplir y que no me permitiría retirar la jaula tan fácilmente, tendría que trabajar muy duro en brindarle placer con mi lengua si quería que me retirara la jaula esporádicamente y solo por algunos minutos.

Abrumado por todo lo vivido en mi primer día de trabajo como mucama, pensé que realmente eso era lo que yo quería, solo que siempre había buscado que fuera mi esposa la que se encargara de llevar a cabo mi fantasía de sumisión. Ahora ella había recibido ayuda para compaginar mis deseos de ser sometido con sus pocas aspiraciones como dominante. Vaya si el blog había logrado cambiar mi vida y la de mi esposa. Estaba confundido y un poco asustado por todo lo que estaba sucediendo. Muchas veces había tratado de que mi esposa me dominara y realmente terminaba yo dominando la situación, pero ahora todo se me había salido de control y fué tan rápido que no había podido asimilar bien lo que estaba pasando en mi vida.

Cansado, adolorido y frustrado me dispuse a dormir cuando mi esposa me ordenó usar mi lengua para su placer hasta que se quedase dormida. Varios orgasmos más tarde se durmió conmigo entre sus piernas y mi pene encerrado hasta nueva orden.

Continuará...

Andy

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