jueves, 26 de mayo de 2016

Servicio doméstico

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Me llamo Carlos,  tengo 31 años y siempre he sido muy tímido, hace unos años mi madre falleció, y vivía con mi padre y su segunda mujer, pero la convivencia en casa no era buena por lo que decidí independizarme.
Me trasladé a donde encontré trabajo, tuve suerte de poder encontrar un puesto de vigilante en un parking en una capital. Me tuve que trasladar y alquilar un piso. Allí no tenia amigos, ni por supuesto amigas, mi vida social se limitaba a mis escasos compañeros de trabajo.  Allí en el parking aparcaba todos los días un coche de alta gama una mujer unos diez años más mayor que yo.
Un día María que cómo se llamaba, tenía un problema con su coche que estaba en el parking y yo me ofrecí a ayudarla. Entre unas cosas y otras, la cuestión es que ella como agradecimiento me invitó a comer. Ella me dijo donde tenía que ir a comer. Me dió las señas de un restaurante. Cuando llegué me indicaron que subiera por unas escaleras, y allí la encontré en un reservado del restaurante. Elle me explicó que era un alto cargo y quería la máxima discrección de su vida privada. Por eso me había llevado allí. Al salir me dijo que le había caído bien, y que necesitaba a alguién que se encargara de llevar el coche al taller y encargarse de esas cosas, pues ella no tenía tiempo para eso. Yo me ofrecí encantado.
Con el tiempo se fué estableciendo una relación, ella me pidió si podía ser su chófer, que la estresaba conducir, yo por mi horario en el parking me tuve que cambiar al turno de noche para poder aceptar su propuesta. Ella a veces tenia un carácter fuerte y autoritario. Se cabreaba por casi nada, y me empezó a exigir que tuviera el coche limpio mientras no hacía nada esperandola.
Luego al cabo de unos meses de trabajar de chófer,  me propuso que viviéramos juntos en su casa, a lo que accedí sin rechistar pensando en lo que me iba a ahorrar con el alquiller. 
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Ella había despedido a una empleada doméstica y necesitaba a alguién de mucha confianza en su casa. Su trabajo era muy importante y necesitaba máxima discrección. Me dijo que yo podría quedarme en su casa después despedirme del parking y de firmar con ella un contrato de servicio doméstico con cláusulas de confidencialidad. A partir de ese día yo sería quien hiciera todos los trabajos de la casa, además de llevarla al trabajo y volver para recogerla, así que empecé a tener que hacer la compra, preparar la comida, lavar, planchar, etc.
Cuando ella llegaba de trabajar, después de comer, le hacia un masaje en la espalda y le preparaba después de su siesta una taza de té. Nuestra relación era casi de ama vs criado, yo era feliz, me sentía protegido.
nullElla me exigía llevar guantes para servirla. Tenía cámaras por toda la casa y me indicó que en su ausencia no podía entrar nunca en su habitación. Hubo algunas situaciones que hicieron que María tuviera cada vez más claro su papel  de ama, por ejemplo un día cuando planchaba una de sus blusas preferidos se me quemo un poco, cuando llegó y lo vio, me dijo que era un inútil, sentí que tuve una erección. Lo peor fué un día en que me llamó y me enseño un video de una cámara del piso que me había grabado en el baño masturbándome, se enfado mucho. Dijo que yo no podía eyacular en su casa que era una falta de respeto inadmisible y me preguntó por qué motivo no iba a despedirme. Yo le pedí perdón y le dije que no volvería a ocurrir y que aceptaba cualquier castigo que me impusiera. Ella cogió un cepillo de madera y me pegó en el culo hasta dejarlo rojo.
Este incidente fue el punto de inflexión en nuestra relación, a partir de este momento, empezó a
interesarse por si me masturbaba y ya no se conformaba con las cámaras. Me dijo que me había pensado en mis pajas y no estaba dispuesta a tener que estar vigilándome constantemente. Ella quería que mientras estuviera en su casa debería llevar siempre puesto un cinturón de castidad, y sólo el día de la semana en que librara podría ser retirado.
No dude ni un segundo en aceptar la propuesta, y que estaría encantado de poder servirla y complacerla en todo lo que ella quisiera.
Así fué llegó un cinturón de castidad que tuve que ponerme delante de ella y lo cerró con un precinto de plástico.
Las primeras semanas fué duro especialmente por la noche y pasaba la semana esperando el dia de libranza para poder descargar. Pero una semana me pidió si podia no librar esa semana y así podía acumular más días para vacaciones. Así fué cómo pasé a liberarme cada dos semanas. Hubo más cambios a final solo podía eyacular, en el mejor de los casos, una vez al mes.

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