martes, 9 de febrero de 2016

Las parejas sin sexo no son lo mismo que las parejas que practican el control de la castidad.

El número de parejas que viven juntas, que se llevan bien, y aparentemente no tienen grandes problemas, pero que han aparcado su vida sexual sigue siendo importante o demasiado común. Algunas fuentes señalan que en países desarrollados más de un 20% de las parejas viven esta situación -más en Japón donde en este blog este pasado verano pusimos un documental-. Aunque es difícil dar cifras exactas pues la gente no quiere hablar de su vida sexual y mucho menos reconocer que carecen de ella, teniendo pareja.
Los psicólogos consideran a una pareja sin sexo a aquella que tenga menos de 10 encuentros sexuales al año.
Normalmente, las parejas sin sexo empiezan pasados varios años de convivencia, e incluso aún cuando los miembros se llevan bien, haya comunicación e, incluso, intimidad. El sexo es lo primero que se deja para mañana cuando la lista de quehaceres es larga y extensa. Son muchos los testimonios de parejas que se rompen por esa falta de sexo o se mantienen sin separarse como forma de vida.
En parte el estres, la monotonia, y otras causas hacen que las ganas se acaben. Ante esta nueva situación muchos piensan que la vida es así y que inevitablemente todo llega a su fin –no se les ocurre pensar que existen otras formas de estimular la vida de la pareja–.
Normalmente son parejas que se llevan bien, comparten los deberes con sus hijos, algunas incluso tienen los mismos gustos y aficiones, o aún les quedan muchos años de hipoteca, pero poco a poco van iniciando un periodo de hibernación, al principio sólo interrumpido por las vacaciones de verano, en las que pueden tener algunos encuentros para darse cuenta de que casi es mejor no tenerlos. Así la cosa se va dejando hasta comprobar que pueden continuar el resto de sus días o, también puede ocurrir, que pase alguna novedad, como un tercero, y aquí el tema de los cuernos consentidos o no es un tema recurrente en la literatura y en la realidad. Esto puede que sea la guinda que ponga fin a una relación de más de hermanos o compañeros de piso, que de cama.
Perder el factor sexo en un momento dado es normal en toda relación, lo que no debe encender las alarmas es enterrarlo sin motivo aparente.
Vivir en una pareja sin sexo puede derivar en problemas fisiológicos, aunque en principio no los haya. Las mujeres que empiezan a pensar que ya no son atractivas y por eso sus parejas ya no se van a la cama con ellas a la misma hora, o el de muchos hombres a los que la negativa a las relaciones sexuales, por parte de sus mujeres, les empieza a provocar inseguridades y ansiedad, lo que acaba afectando a la respuesta sexual y puede finalmente provocar eyaculación precoz u otros trastornos.
Desgraciadamente, la falta de interés en el sexo no siempre afecta de igual manera a ambos miembros de la pareja. Lo más normal es que uno siga queriendo tener relaciones y el otro no, lo que también es fuente de frustración, tensión, o discusiones. Tarde o temprano va deteriorando la relación.
Normalmente son las mujeres las primeras en perder interés tras años con la misma pareja y sufren de la falta de ganas o el típico "dolor de cabeza", esto podría ser sencillamente monotonía en el sexo o directamente un aburrimiento. En los hombres, en cambio, tras unos años de convivencia, se empiezan a cansar de ser ellos los que siempre lleven la iniciativa para plantear tener sexo.
Es un mito el que ellos siempre están dispuestos.
Para aquellas parejas dispuestas a un cambio, recordar la importancia de los preliminares y la pasión, no olvidar nunca dejar de dar muestras de cariño (llamadas telefónicas, besos, pellizcos y hasta azotes espontáneos), estar para la pareja, escucharla, preocuparse por ella, y en el caso del hombre siempre querer cuando a ella le apetezca, y en eso entra el tema de la tan recurrida masturbación en los hombres con pareja y el control de la castidad -temas tratados en este blog ampliamente-.
El sexo en una pareja cumple una función muy importante, me viene a la mente, las palabras de Antonio Gala, cuando decía que es un jardín que hay que cuidar todos los días y al que hay que regar con frecuencia.
Aquellas parejas que reconozcan el problema, tal vez el control de la castidad de su hombre suponga un cambio para despiertar la pasión.
Recordar que esto para aquellas parejas que esten bien, se lleven genial pero no tengan vida sexual o quieran un cambio en el aspecto sexual.
Y por último advertir que la castidad no es la ni la panacea ni la solución para todos los problemas sexuales, o a la falta de deseo, de confianza, de comunicación, intereses diferentes, inexistencia de un proyecto de vida en común o ideas contrarias.





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