sábado, 7 de noviembre de 2015

MI CASTIDAD



Soy hombre de 55, casado desde hace bastante tiempo. 
Ella cuando empezamos.
Soy más bien poco dotado y con la edad y la experiencia que va dando la vida, uno se da cuenta de que tampoco fui, ni soy, lo que se puede decir un buen amante para mi pareja.
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Mi mujer siempre ha sido una mujer muy atractiva y le ha gustado vestir de siempre muy elegante y llamativa (ver foto). A mí desde el primer momento en que empezamos a salir de novios, siempre me gusto presumir de ella, exhibirla y lucirla por allá donde íbamos. Ya podía ser  un centro comercial, una disco, un bar de copas, etc.
He disfrutado y disfruto mucho siendo la envidia de todos. Ya os podéis imaginar, minis muy cortas, tangas muy pequeños, medias de liga, grandes escotes,  transparencias, tacones, botas, etc. Ella siempre fue reticente a mis deseos y propuestas, pero al final, más o menos, siempre  consentía y accedía.

Como es lógico cuando se agotó esta temática, digamos exhibicionista y esto ya dejo de ponernos (a mí más que a ella), di una vuelta más de tuerca. Que mejor manera de presumir y que mayor exhibición que cederla a aquellos a los que atraía. Lógicamente siempre y cuando a ella le cayeran bien y le gustaran.
Puuuuuuuuf!! Cuando lo propuse casi me echan de casa. Me costo años convencerla, no exagero...
años. Diría que 5 o 6, pero al final lo conseguí. Tuvo bastantes amantes, todavía los tiene, y nunca le faltan pretendientes, siempre más jóvenes que nosotros, más dotados y sobre todo con un gran aguante. Amantes que por supuesto yo le filtraba y buscaba por internet y que ella luego seleccionaba. Entre estos amantes me encontraba y alternaba yo, pero yo solamente participaba cuando estábamos en nuestra vida normal.

En esta situación, y pasado ya algún tiempo desde que empezamos en el mundo “cuckold”, un día en una conversación subida de tono me soltó, así de sopetón, que me quería mucho, que seria incapaz de estar sin mi, que quería seguir manteniendo la vida familiar, seguir viviendo juntos, pero que ya no quería follar conmigo, aunque sí quería seguir haciéndolo con los chicos que yo le seguiría buscando.
En principio accedí (que remedio) pero le pedí que al menos me masturbara las veces que ella mantuviera relaciones con otros chicos, aunque solo fuera por el tema fisiológico y la necesidad de vaciar periódicamente. Me comentó que si no podía hacérmelo yo mismo, le dije que nunca me había gustado (falso). Tras un tira y afloja y gracias a su condescendencia conseguí sacarla una masturbación al mes.
Mi cinturón y yo.
Un día tras repróchale airadamente su actitud respecto a sus deberes para conmigo, no le sentó nada bien. Se puso como una “loca” Me hizo desnudar, ponerme en la cama a cuatro patas, me descapulló, sujetó el pene con una mano por la base para mantener atrás el prepucio, se escupió en la otra mano y empezó literalmente a ordeñarme (solo movimientos desde la base hasta el glande), indicándome de no muy buenos modos que cuando me fuera a correr la avisara (pensé que era para no mancharse). La sensación no era muy agradable, la poca lubricación de la mano y el roce directo con el glande, no era nada placentero.
Al principio esto se cumplía más o menos y estas masturbaciones eran normales y resultaban placenteras. Con el tiempo, como todos sabemos, todas estas normas van relajándose y como consecuencia las masturbaciones se fueron espaciando y cayendo en el olvido.
Me costó llegar, pero cuando llegó ese momento, y por no “cabrearla” más, la avisé. Inmediatamente paró la estimulación tirando fuertemente de la piel del pene hacia su base, después de unos segundos interminables para mi, sin ninguna fuerza ni placer, comencé a eyacular, fui expulsando semen lentamente casi diría que gota a gota, hasta que me vacié totalmente.
Al finalizar le indique que no me había gustado nada de nada, a lo que ella respondió que el acuerdo que teníamos era para mi vaciado por temas de salud e higiene y no para que yo gozara y disfrutara del momento.
Al sol en castidad.

Pasados unos días charlamos del tema y después de una nueva negociación alargamos el período de las ordeñadas a tres meses, por supuesto siempre con el mínimo placer y solo con la intención de vaciar.
Como siempre al principio esto se cumplía día arriba día abajo. Ya el año pasado se saltó un trimestre por lo que estuve seis meses sin eyacular.
A día de hoy la última ordeñada la tuve el 6 de junio de este año, acaba de hacer cinco meses sin vaciar, pero esta vez no voy a pedir nada. Voy a ver cuanto aguanto. 

Mientras sigo buscándola amantes para su disfrute (si es cierto que menos que antes). Eso aparte de llevarla y traerla a sus citas, salir con ella y con sus amantes, lógicamente yo como amigo de la pareja y en muchas ocasiones asistir en primera fila a sus ardientes sesiones de sexo. En este punto y situación, estamos a día de hoy.

Hasta ahora no he precisado de cinturón de castidad. Me lo he puesto mas por morbo que por temas de control (ver fotos). No se si cuando lleve mas tiempo lo necesitaré, también me gustaría poder controlar las erecciones, por ello ya he encargado uno muy pequeño, metálico, tipo jaula y con sonda uretral.

Ya os iré contando.





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