viernes, 13 de noviembre de 2015

Los inicios de Luis siendo mujer (2 de 2)

Sigue de LOS INICIOS DE LUIS SIENDO MUJER (1 de 2)

Así Luis le fue detallando a Rosi que desde hacía mucho tiempo sentía mucha admiración por la mujer, así, en mayúscula, que creía que ellas eran muy superiores a los hombres, que entendía que durante muchos siglos se les había limitado sus derechos de una forma brutal, y que admiraba la belleza física de las mujeres, su manera de vestir, de cuidarse, de maquillarse, de sentir, de vivir, de su sexualidad, de su forma de pensar y de ser mucho más responsables que los hombres en las cuestiones del día a día, etc...

Rosi le explicó que ella no podía arreglar todos esos problemas tan globales, pero que ella si le podía ayudar a ser más femenino, que para ella era morboso el transformar un chico en una chica, si él quería claro. Luis miró asombrado, aunque en el fondo se lo esperaba. Y movió su cabeza asintiendo y aceptando la propuesta de su amiga. Sólo puso una condición, que aceptaba que ella le hiciera lo que quisiera, pero que debía salir por la puerta igual que había entrado, vestido de varón, a no ser que en un futuro se viera con fuerzas de exteriorizarlo. y Rosi quiso aclararle, para evitar malos rollos, que a ella él no le atraía sexualmente.

Hechas las oportunas aclaraciones, Rosi se marchó al baño e invitó a Luis a ir tras ella. Esta va a ser nuestra base de operaciones, le dijo Rosi. Aquí vamos a sacar de dentro de ti a esa mujercita que tienes escondida. Lo primero creo Luis que debería ser ponerte un nombre nuevo, ¿te gusta alguno? preguntó Rosi. Luis respondió que no. Pues a mi me gustaría llamarte Violeta, por el simbolismo del nombre, es el color del feminismo, de las Mujeres en general, a las cuales tú te quieres parecer. Y tengo para ti este estuche violeta donde podrás guardar tus cositas de maquillaje. sé que en tu casa ni puedes tenerlo ni podrías convertirte en Mujer por lo que te propongo que lo dejes aquí en mi casa de momento y luego iremos viendo. ¿Te parece bien Violeta?, Si Rosi. -respondió Violeta.

Rosi también le ofreció uno de sus cajones pequeños para que Violeta pudiera ir guardando sus ropitas interiores nuevas, acorde a su nuevo género. Las braguitas y los tangas ocupan mucho menos que los boxers.



El primer día Rosi empezó por dar un poquito de color a la cara de Violeta. Le pintó y le enseño como hacerlo él, los ojos, la sombra de ojos, el rabillo del ojo, rimel en las pestañas. Violeta estaba alucinada, poder tener a una maestra como su amiga, y que además su amiga Rosi le prestara sus productos de maquillaje, Violeta no se podía haber imaginado estar allí, usando productos reales de maquillaje de mujer.

Luego Rosi cogió una brochita y le fue dando una base de maquillaje y colorete. El tono de piel de Rosi no era el de Violeta. Esto lo arreglamos en unos días, le dijo Rosi, vamos a comprar cositas de tu tono. Luego le tocó a los labios, le dio un tono rojo intenso y Violeta no se pudo quedar con las ganas de dejar la huella de sus labios en el espejo.

Violeta disfrutaba oliendo y sintiendo en su piel todo aquello.

Y para acabar por hoy, le dijo Rosi, vamos a darle color a esas uñas. ¿Eres clásica, atrevida o más bien discreta, Violeta?. Atrevida -respondió-. Entonces vamos a usar este color moradito fuerte. Rosi le dio la laca de uñas para que practicara Violeta. No es difícil, guapa, solo tienes que tener cuidado con que la brochita vaya bien de laca, empezar por el borde de dentro de la uña, sin pintarte el dedo, y sin dejarte nada sin pintar, es entretenido, pero luego te va a gustar verte así de mona. Tienes que tener cuidado con dejar secar bien para no estropearlo.



Una vez puesta Violeta muy guapa, Rosi le pidió a su nueva amiga que la acompañara a su dormitorio. Le acercó al cajón donde ella guardaba sus braguitas y le dijo que solo se las enseñaba, no quería dejarle poner sus ropa interior, por higiene, que tanta confianza no tenían. Violeta se quedó mirando con detalle, tocó las prendas, Rosi le dejaba hacer, sabía que su nueva amiga estaba disfrutando, muchos chicos desearían poder ver el cajón de braguitas y sujetadores de sus amigas.

Luego le fue desmaquillando. Déjame bien limpia, Rosi, no quiero que en casa me vean. Es difícil, siempre puede quedar algún resto pequeño, o simplemente el olor de la acetona para quitarte el esmalte de uñas, pero has de arriesgarte un poquito, has disfrutado mucho haciendo esto, ¿a que sí? Me he fijado que tu paquete siempre ha estado empalmado. Tienes que tener los calzoncillos empapados. Por cierto, ¿quieres que te acompañe a comprar braguitas de tu talla?. Claro que si, me encantaría.




Pasados unos días quedaron de nuevo las dos y se fueron a la sección de lencería de unos famos grandes almacenes. Rosi le fue indicando que para empezar podría ir comprando braguitas y sujetadores más baratitos. Violeta le dijo que siempre le había gustado tener braguitas o tangas de color negro, rojo, blanco y violeta, y de esos colores fueron buscando. Rosi le iba diciendo y aconsejando, sobre todo en la talla. Cogieron varias y se fueron a un probador a ponérselo. Violeta no podía aguantar a llegar a casa a ponérsela, y quería ir ya por la calle sintiendo en su interior como iba vestida como una mujercita. 

Se quedó desnuda ante su amiga Rosi, era la primera vez, y las dos se dieron cuenta y lo comentaron. Y no creo que sea la última vez que me vayas a ver desnuda, dijo Violeta. En esta primera vez se puso una braguita violeta. Vas a dejar la braguita también mojadita, como el otro día, le dijo Rosi. 

Después siguieron con la compra y se fueron a mirar sujetadores. Esto Violeta prefería ponérselo en casa, le daba vergüenza que alguien le pudiera notar por la calle los tirantes del sujetador. Cogieron varios a juego con las braguitas y tangas y se fueron a casa de Rosi a terminar de probarse Violeta sus primeras prendas interiores femeninas. 

Y así estuvieron un tiempo, Violeta fue aprendiendo ya tener gusto para combinar colores, para maquillarse con soltura y para ir practicando poco a poco ya ella sola. La única cosa que le faltó fue vivir su sexualidad como una mujer, ser penetrada, pero ya no se atrevió a pedirle eso a su amiga. Eso luego lo fue descubriendo Violeta en solitario, y también con otras compañías,

La costumbre que si quiso seguir fue la de leer la mayor parte de números de la revista Cosmopolitan. 


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