miércoles, 7 de octubre de 2015

Mi feminización en castidad.

Siempre me había considerado un hombre varonil, de hecho mi imagen está totalmente alejada de cualquier forma femenina. Todo cambió cuando conocí por internet a Eva que vivía en mi ciudad. Debo decir que siempre me atrajo el mundo del BDSM, y vi más fácil encontrar a alguién siendo yo el sumiso. Tenía curiosidad por explorar este mundo de servir a una señora de carne y hueso y complacerla en sus más pequeños caprichos.
Nuestra primera entrevista fue en una cafetería y ella insistió en que para entrara a su servicio antes debíamos firmar un contrato de castidad, y entre sus cláusulas estaba que debía ser capaz de aceptar sus órdenes, sin discutir.
Quedamos en que yo debía redactar una propuesta de contrato. No tenia ni idea de cómo se hacía eso. Busqué por internet y encontré una web llamada controldecastidad, en ella había diversos contratos.
Tal vez por pereza o morbo decidí imprimir el primero que encontré que era el contrato estandard.
Envié por email el contrato. Ella fijó el día para la firma del contrato en la misma cafetería. Nada más firmar las dos copias una para cada uno.
Ella, de improviso, sacó unas bragas de su bolso, eran de color rosa. Vé al baño, y ponte estas bragas. Luego iré yo a comprobar que lo has hecho. Pensé en protestar, yo era un hombre y en el contrato fijaba que esto tenía que ser en su casa, ¿como iba a ponerme unas bragas en un sitio público? Pero la verdad es que Eva me dio buena impresión, y creí era para ponerme a prueba. Aceptando las bragas que me tendía pasé a los servicios de la cafetería. Ponerme aquellas bragas no me supuso un problema, incluso me gustaba. Ella llegó enseguida. -Bájate los pantalones!, dijo, y sonrió al ver las bragas puestas. Bien, a partir de ahora no quiero que te masturbes nunca sin mi permiso. Esta extraña orden me resultaba excitante.
 -Bien, me dijo, ahora nos iremos, quiero que lleves esas bragas toda la tarde, y mañana acudas a verme con ellas puestas. Mañana a la misma hora quedamos en el mismo sitio. Al día siguiente acudí a la cita con las bragas puestas. Empezaba a acostumbrarme a ellas y me tenían excitado. Me dijo que fuera a una tienda de lencería cercana y quiero que vayas sólo tú allí a comprar unas cosas para ti, lógicamente las pagarás tú. Has de comprar un conjunto de braga y sujetador, un liguero y unas medias, todo ha de ser color blanco de boda, con encajes y muy sexy, yo entraré en la tienda como una clienta más y miraré.
Yo le dije que no sabía mi talla y ella me dijo que le preguntara a la dependienta. Entre en la tienda y me inventé la excusa de que mi pareja medía igual que yo pero que no recordaba lo que yo o ella tenia de talla de sujetador. Le pedí si tenía una cinta métrica, la dependienta muy extrañada empezó a sospechar alguna cosa, pero me dejó la cinta métrica. Al comenzar a pedir los conjuntos de lencería tipo boda ya empezó a tenerlo más claro y empezó a enseñarme modelos muy caros, y incluso un corset blanco para novias. Eva entró en la tienda y hacía como si fuera una clienta que estaba esperando su turno, dijo que era muy bonito el corset. Entonces tuve que comprar también el corset, un liguero, y medias de mi talla porqué también tuve que decir que la novia tenia mi altura. Ya parecía cachondearse la dependienta con la novia imaginaria que no se creía nadie. Después de eso compré todo de color blanco y cuando me preguntó si quería que me lo envolviera para regalo le dije que no, y volví a la misma cafetería.
 -Vale, ahora vas al baño y te pones toda esta ropa, las bragas, las medias, el liguero y el sujetador, y cuando estés vestido me avisas. Pero ¿Cómo? Una cosa es ponerme unas bragas y otra diferente ponerme toda esa ropa femenina se iba a notar, protesté. -Tú eliges, o te pones esa ropa ahora mismo, o ya no me interesa seguir con tantas quejas. No te pido nada que no puedas hacer. Dicho esto, no me quedó más remedio que ir al cuarto de baño y vestirme como ella me dijo, me puse las medias y el liguero, el sujetador y las bragas, y entonces ví que con el sujetador era muy difícil disimular que llevaba ese tipo de prenda y la llamé. Ella se notaba que disfrutaba con esto.
-Muy bien, creo que no hay nada más sexy que ver como un hombre deja de serlo y pasa a ser mujer. Dicho esto. Me hizo poner de rodillas y acercándose a mí se subió la falda, observando que no llevaba bragas. -Ven aquí, perrita, ahora vas a hacer feliz a tu ama. Acercó mi cabeza con sus manos hasta su sexo y me conminó a que pasara lengua por él. Estaba muy mojada y realmente disfruté comiéndoselo. Con mi lengua jugué con su clítoris y al mismo tiempo bebía sus jugos, para después enterrar mi lengua en lo más profundo de su vagina. Repetí esta operación varias veces, hasta que sentí que se corría encima y dentro de mí. -Así, perrita, bebe todos mis jugos, quiero que a partir de ahora sean tu bebida favorita, que te hagas adicta a ellos, que me supliques que te los de y disfrutes bebiéndotelos. Yo notaba que iba a explotar de la excitación. Parecía que iba a romper las bragas de lo duro que estaba mi miembro. Ella después de correrse, lo observó y me dijo: -Veo que tienes ganas de correrte, bien, hazlo, pero con una condición, a partir de ahora cada vez que quieras correrte deberás contar con mi permiso, deberás hacerlo vestida como estás ahora y deberás correrte sin tocar tu pene directamente. No entendía nada, ¿Cómo quería que me corriera? Sin saber ni como, empecé a acariciar mi pene por encima de las bragas, pero no obtenía placer. Le supliqué. -Por favor, ama, indíqueme como hacerlo, soy incapaz de cumplir sus órdenes. -Bien por esta vez te lo diré, pero que sea la última. Coloca tu pene entre los muslos, hacia atrás, y ahora acaricia por encima de las bragas la zona que queda en tu entrepierna, como si fuera una vagina. Debo reconocer que me costó mucho rato, pero al final conseguí correrme. -Una cosa más, cada vez que te corras, quiero que limpies con tu lengua todo tu semen, creo que es importante para tu educación no solo que te acostumbres al sabor de mis jugos, sino que aprendas a saborear el semen de macho. En aquel momento me quedé mirando las bragas manchadas de semen, era incapaz, y se lo dije: -Ama, no creo que sea capaz, me parece asqueroso. -Bien, en ese caso, no hay nada más que hablar, hemos terminado. -No, por favor no haga eso, haré lo que usted desea. Cerrando los ojos, llevé el semen a mi boca y empecé a tragar. Tenía un sabor salado y amargo, pero del resto no era tan desagradable como lo había imaginado, así que me lo bebí todo. Los ojos de mi ama se iluminaron y apareció una gran sonrisa en su rostro. -¿Sabes perrita? Verte beber eso, así vestida me ha excitado otra vez, te salvas porque hoy tengo prisa, pero mañana te quiero ver depilado. Ve al centro de depilación que quiera y que te hagan la depilación completa a la cera y nos vemos mañana a la misma hora y en el mismo sitio, y pobre de ti si no vas depilado, ya sabes lo que te espera. Y quiero que lleves la ropa que tienes hoy, las bragas, el sujetador, el liguero y las medias todo de color negro. Así que ya tienes trabajo....

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