domingo, 18 de octubre de 2015

Cómo me convertí en un consejera matrimonial.


Mis primeros clientes en "la formación masculina".
Empecé dando consejos a algunas amigas.
Estamos en una época en que los divorcios siguen estando a la orden del día. A mí siempre me gustaron los temas de psicología, aunque no tuve la suerte de poder ir a la universidad.
Empecé a interesarme en la psicología masculina para ayudar a solicionar los problemas de pareja de algunas amigas, quería que se llevaran bien en el amor en pareja y en la vida familiar.
No me considero una feminista; sin embargo, actuando como una consejera matrimonial veo a menudo parejas que están desesperadas por salvar su relación - sobre todo si se tienen bienes (inmuebles o hipotecas) compartidos - y en estos casos se termina intentando cualquier cosa.
Soy muy observadora y en mi caso, a pesar de mi falta de estudios, me fijé bien en lo que tenían las parejas que no rompen, esas que duran toda la vida y en las que los dos han sido felices. En general, en todas ellas ví que tenían algo en común, tenían las tareas y responsabilidades bien delimitadas dentro de la pareja, y las discusiones de pareja eran muy infrecuentes (no como popularmente se dice que todas las parejas discuten, si que discuten pero no tanto como las que finalmente rompen).
Un día recibí un email de una desconocida que me dijo que una amiga le había recomendado pues quizás podría ayudarla con sus problemas de pareja, quería hablar. Le dije que yo no era profesional, que no la conocía y le dije que podría escuchar su caso e intentar ayudarla, pero que convenía que estuvieran los dos de acuerdo y que me tendrían que pagar, pues mi tiempo, naturalmente, vale dinero.
A los pocos días volví a recibir otro email y acepté tener una entrevista con esta pareja en su casa, y una vez alli, después de escuchar sus problemas durante más de dos horas, intuí donde podía estar fallando la relación.  Ellos estaban muy mal, discutían con frecuencia, pero tenían la empresa y diversos pisos a nombre de los dos y un divorcio podría suponer una pérdida económica importante por temas fiscales, de abogados y notarías.
Les planteé dar un enfoque diferente para tratar de resolver sus problemas. Se trataba de ejecutar un plan "entrenamiento masculino", así lo llamé entonces. La pareja se mostró un poco sorprendida, pero ya habían probado otros métodos de reconciliación que habían fracasado, y debido a los temas fiscales y de papeles, a ambos salvar el matrimonio les podía comportar ahorrar una gran suma de dinero, era mejor intentar seguir viviendo juntos como marido y mujer, la última solución factible era el divorcio. Los dos tenían ganas de intentarlo, optar por divorciarse suponía un gasto importante aunque fuera de mútuo acuerdo.
Ellos decidieron intentar con el programa de entrenamiento que les planteé.  Fue mi primera pareja en que puse en práctica la formación masculina, yo ya tenía experiencia en el tema del control de la castidad, y antes de conocer el tema, creía que la mayoría de estas cosas eran una locura o una perversión, así que decidí empezar con mucha suavidad.
Al marido (Jaime se llama) le di una única y sencilla norma que debía cumplir: "cuando tu esposa Sandra quiera que te calles, ella te pondrá una tirita en la boca, y hasta que no te la quite, tienes prohibido hablar, moverte o hacer cualquier cosa . Debes permanecer inmóvil hasta ella decida que puedes moverte de nuevo. "
El objetivo era evitar el conflicto, y sobretodo evitar la escalada verbal; Jaime se tenia que callar, así de simple, mientras Sandra podía descansar o relajarse, y en una semana veríamos si este tipo de formación o control masculino haría su magia. O lo que sea. Ese era el plan.
Aunque al principio pensaba que Jaime no se iba a controlar y que todo este plan iba a estallar: pues en la entrevista que había tenido no había manera de que Jaime se callara - parecía que era de los que le gustaba tener acaloradas discusiones, y salirse siempre con la suya-.
Pensé que al poco esta pareja me llamaría pidiendome otra solución. Salí preocupada e incluso un poco avergonzada por haber propuesto esta técnica tan poco ortodoxa. Y preocupada por si la cosa iba a peor. A la semana siguiente, Jaime y Sandra volvieron a llamarme para solicitar un nuevo encuentro. A llegar ví que ambos tenían una sonrisa en su rostro. Les pregunté qué tal había ido, y Sandra respondió que ahora todo iba bien, y que la tirita ayudaba a no entrar en discusiones.
- "¿Hablas en serio?"
- Rápidamente me di cuenta que tu ayuda empezó a funcionar. Sí, estoy satisfecha con esta técnica. 
Yo estaba emocionada de oir esta respuesta de ellos, porque yo sabía que esto era sólo el principio.
- Si esto de la tirita funcionara en todos los casos y fuera tan buena pronto iba a arreglar todos los problemas de mis clientes y me quedaría sin trabajo!
Sandra me explicó lo que hicieron.
- La primera vez que ella notó por el tono que iban a entrar en una discusión, y antes de que él pudiera salirse de control o cabrearse se sacó la cajita de tiritas, pero no se atrevía a ponérsela, fue Jaime el que se acercó y le cogió la tirita de su mano, recordándole que al menos deberían tratar de seguir mi consejo, ya que estaban pagando por a una consejera, y ella le pegó a los labios la tirita cuando ella vió que él lo estaba pidiendo. Tan pronto como la boca de Jaime fue cerrada, los dos se echaron a reír y se olvidaron todo acerca del motivo del principio de la discusión. Sin embargo, Sandra le recordó a Jaime sobre su compromiso de permanecer en silencio y quieto, sin reirse hasta que ella decidiera que podía moverse de nuevo. Así que, evidentemente molesto, pero listo para probar hasta lo impensable para salvar su matrimonio y el dinero de los impuestos, Jaime se quedó quieto hasta que Sandra regresó diez minutos después y retiró la tirita. Jaime y Sandra tras esa primera tentativa de formación masculina vieron que era divertido y además era eficaz, pero para mi sorpresa, esta técnica que yo había pensado como un mero truco continuó funcionando día tras día. Las tentativas de discusión se fueron más infrecuentes porque Jaime dio naturalmente a Sandra el poder de decidir en la mayoría de los asuntos cotidianos, acatando lo que ella decidia sin discutir. El entrenamiento ya estaba funcionando, pero no tenía ni idea de por qué. Pasé noches investigando y leyendo libros de psicología, libros de psicología de los animales, algo que pudiera tener en mis manos......
La formación masculina reduce el conflicto 
 Con el tiempo, me di cuenta. La mayoría de los desacuerdos maritales surgen porque no hay una distinción clara de las funciones de cada uno. Una discusión trivial puede que nunca pare porque ninguna de las partes quiere perder.
El método de ayuda de la sencilla tirita estableció una relación entre Sandra y Jaime. Dio a Sandra la última palabra. Una vez que esto ya era una realidad entendida, la ayuda de la tirita se hizo innecesaria. Sandra terminó la caja de tiritas y cambió de sistema con decirle simplemente "Jaime, cállate ahora." 
-La técnica aún funcionaba, y ambos sabían que Jaime finalmente iba ceder y a quedar en silencio e inmóvil hasta que ella decidiera permitirle que hablara de nuevo.
Esta fue la primera experiencia que les vendí de formación masculina, y yo he estado recomendando su introducción (en diferentes formas) en la vida de innumerables parejas, con un éxito increíble...y con el tiempo les di nuevas instrucciones con el tema del control de la castidad.

 La necesidad de la formación masculina
"Establecer en la pareja un sistema de gestión del sexo masculino, combinado con un dispositivo de castidad masculina, es una herramienta formidable para establecer funciones claramente delimitadas en una relación estable." 
La práctica de la castidad masculina deliberada (aparte de la religiosa) se ha expandido enormemente en los últimos años, hasta el punto que muchos ahora sienten que con el tiempo se convertirá en una práctica común de parejas estables.
La mujer moderna tiene varias opciones del control del sexo masculino. Una de las novedades más interesantes el "sistema de gestión de sexo masculino" moderno: un sistema entrenamiento masculino que permite un control fácil y rápido y sanción a tu hombre de una manera más o menos automática. Un sistema de gestión de sexo masculino, que combinado con un dispositivo de castidad masculina, es una herramienta formidable para establecer funciones claramente delimitadas en la relación. Cada vez siento que muchas parejas necesitan aclarar bien las funciones de cada uno en pareja y que eso beneficiaría a muchas parejas. Casí siempre, les recomiendo establecer un plan de control de la castidad de su pareja con una posible solución, aunque, naturalmente, no funciona en todos los casos.

Si tienes alguna duda, sugerencia puedes contactar con controldecastidad@gmail.com

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